Salvar el oficio – Iago Tomé

Salvar el oficio – Iago Tomé

Eso de ‘profesión’ es algo muy moderno. Los abuelos siempre cuentan aquello de que antes se aprendía un oficio, al que uno dedicaba horas y horas, que hacía con especial detalle y cariño y al que se dedicaba prácticamente hasta el día en el que fallecía.

Iago Tomé es el perfecto ejemplo de ello. Este vecino del pueblo marinero de Campelo, situado frente a la Biofábrica de Ence en Pontevedra, lleva más de 20 años teniendo en el mar su mejor amigo: “Me dedico a la pesca del centollo, choco, pescadilla, faneca, sardina, entro otros”, relata.

La voluntad de Tomé siempre fue dedicarse a la pesca. “Ese sueño consistía en tener mi propio barco con su tripulación y poder generar empleo”, admite. Y lo consiguió con 25 años, cuando empezó a comandar el Abuelo Sebas y dedicarse a la pesca de bajura.

En la embarcación, el armador trabaja con su mujer y su hijo, a los que se les unen otros dos empleados; a bordo del Abuelo Sebas pasan muchas horas de sus vidas, algo que Tomé recuerda con mucho cariño: “El barco es mi casa, donde más horas paso al día, por eso intento tenerlo en las mejores condiciones posibles”.

Pero, para bien y para mal, las cosas ya no son como cuando empezó. “Nos encontramos con que las nuevas generaciones no quieren venir para este bonito trabajo”, afirma Tomé, y los armadores se ven en la necesidad de dotar a los barcos de tecnología, para poder salvar el oficio.

Como no existe relevo generacional, las embarcaciones deben ser capaces de salir al mar con menos personas. Esto le sucede al vecino de Campelo, que espera que el oficio siga traspasándose de generación en generación y se esmera en buscar la manera de hacerlo posible.

En este sentido, Tomé quiere “un barco puntero en aparatos para poder aliviar el trabajo a la tripulación” y también deseaba mejorar la seguridad: “Hay muchas piedras que no se miran y por encima tenemos bateas, faros, … que, por desgracia, se cobraron vidas humanas en nuestra Ría”, afirma.

Decidió optar a una ayuda del Plan Social de Ence Pontevedra 2023 para poder instalar “un radar de última tecnología y un sonar para la detección del pescado”. Al final, logró ser beneficiario y compró el radar, algo que ya ve que le está ayudando: “Con estas riadas bajan cientos de troncos enormes por la Ría y gracias al Plan Social los detecto con mucha precisión. La tripulación está más segura”, admite.

Por todo ello, está muy agradecido al Plan Social y desea seguir optando en los próximos años: “Mi idea es modernizar el barco todo lo posible y dejarle a mi hijo un barco donde él, con un marinero más, pueda seguir en esta digna y bonita profesión”. Todo por salvar el oficio.

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